EI EVANGELIO DE YAHALOM
El evangelio perdido
El año 1947 comenzaba con una sorprendente noticia de alcance mundial. Tres humildes pastores llamados; Jalil Musa, Jum´a y Mohamemed ed-Dhid, encontraban en una pequeña cueva situada en la localidad de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, varios manuscritos enrollados y metidos en una tinaja de barro.
Varias son las versiones que se han dado sobre la cantidad real de manuscritos encontrados en esa primera ocasión. Algunos arqueólogos aseguran que fueron 7, otros reducen esa cantidad a 3, pero lo cierto es que fueron un total de 11, todos ellos en relativo buen estado.
De origen judío, tanto estos primeros manuscritos, como los encontrados posteriormente hasta alcanzar un total de 800, están redactados en hebreo y en arameo, y su autoría se atribuye a miembros de la mística comunidad judía de los esenios. Efectuada su traducción, quedó demostrada desde un principio, la conexión entre el pueblo judío que esperaba la llegada de un Mesías salvador y los primeros tiempos del cristianismo.
Los textos que aparecen en los manuscritos llevan la firma de varios autores y hacen referencia varios libros; el Libro de Samuel, el Libro de Tobías, el Libro de Judit, los libros 1y2 de los Macabeos, el Libro de Baruc, etc. Así como varios pasajes del Antiguo Testamento, del Tanach judío, etc.
De los 11 manuscritos encontrados en un principio, dos de ellos desaparecieron a los pocos días de su hallazgo en la primera cueva de Qumrán, y a pesar de los años transcurridos, nada se ha sabido de ellos. Se supone, que fueron vendidos a un anticuario de origen griego, que posteriormente los vendió a un magnate estadounidense de la construcción. Y otros dos, fueron utilizados por los pastores, como antorchas y para encender un hoguera con la que calentarse.
En octubre de 1998, un comerciante egipcio de origen sirio y de nombre Khaled Alí Al Kabire, asegura tener en su poder varias fotografías de uno de los dos manuscritos desaparecidos y un documento con su traducción. La noticia pone en alerta a varios investigadores bíblicos de diferentes países, a las autoridades israelíes y al propio Vaticano.
El autor de este manuscrito esenio, según el documento citado, es Yahalom, un perfecto desconocido. Podría tratarse incluso, de alguno de los evangelistas canónicos o apócrifos, que por alguna razón, tomase la decisión de firmar este evangelio con un seudónimo, ya que lo que afirma, resulta ser extremadamente sorprendente y trastoca gran parte de lo hasta ahora dado a conocer en los Evangelios, tanto canónicos, como apócrifos.
Se desconoce quien es el autor de la traducción y cuales son sus conocimientos sobre el hebreo y el arameo antiguos. Lo que si se puede afirmar, es que el manuscrito está en la línea de los Evangelios apócrifos y que aporta un nuevo y sorprendente dato sobre el polémico embarazo de María.
María, joven virgen perteneciente al linaje de David, era, a los ojos de Yahvé, bienaventurada y poseedora de grandes virtudes. Nacida en Nazaret, fue educada en el templo del Señor en la ciudad de Jerusalén, donde pasaba gran parte del día elevando plegarias al Señor. Hija de Joaquín, hombre de gran fortuna, piadoso y protector de los fieles más humildes que acudían al templo, a los que donaba bienes con regularidad y de Hannah, (Ana) mujer sencilla, piadosa, fiel a la oración y temerosa del Señor. María era nazaretana por parte de padre y betlemita, por parte de madre.
EL EVANGELIO DE YAHALOM
La vida de Joaquín y Hannah, padres de Mariam, era, a pesar de su mucha riqueza, sencilla y recta a los ojos del Señor, e irreprensible y piadosa ante sus vecinos. Joaquín y Hannah, tenían dividida su hacienda en tres partes: una reservada al templo de Dios y a sus ministros; otra destinada al sustento y cobijo de pobres y peregrinos; y la tercera, dedicada a cubrir las necesidades de sus sirvientes y las suyas propias.
Pero Joaquín y Hannah, tan queridos de Dios y piadosos para con sus prójimos, llevaban veinte años de vida conyugal en casto matrimonio, sin haber conseguido tener descendencia. A pesar de ello, tenían hecho voto, de que si Dios les concedía un vástago, este sería consagrado al servicio divino. Es por este motivo, que acostumbraban a acudir al templo de Dios con ocasión de las fiestas.
Cercana ya la fiesta de la Dedicación del templo, Joaquín se dirigió a Jerusalén acompañado de varios de sus vecinos. Era por aquel entonces sumo sacerdote del templo Isacar, que al ver llegar a Joaquín entre sus conciudadanos dispuesto a ofrecer sus dones, se mostró airado con él y despreció sus presentes.
Dijo Isacar: "¿Cómo te atreves a presentarte tú entre los prolíficos, siendo como eres estéril? Tus ofrendas no son merecedoras de ser presentadas a Dios, por cuanto te considera indigno de tener descendencia. Vete pues, La Escritura te declara maldito por no haber engendrado varón en Israel".
Quería Isacar, que antes de que se presentase Joaquín en el templo con ofrendas ante la vista del Señor, quedara libre de la maldición que pesaba sobre él, teniendo hijos.
Joaquín se sintió tan avergonzado por las injuriosas palabras de Isacar, que retrocedió sobre sus pasos y se encaminó cabizbajo hacia unos pastizales cercanos, en los que un grupo de pastores apacentaba sus rebaños.
Días después, encontrándose Joaquín solo en los pastizales, se le presentó un ángel del Señor rodeado de un inmenso resplandor, al tiempo que emitía un ruido como de muchas aguas. Ante tan impresionante visión, Joaquín quedó tan turbado, que el ángel de la aparición tuvo que tranquilizarle.
Dijo el Ángel del Señor: "Joaquín, que no te asuste mi visión. Has de saber que soy un ángel del Señor. Él me ha enviado a ti para anunciarte que tus plegarias han sido escuchadas y que tus limosnas han subido hasta su presencia. Ha tenido a bien el Señor poner sus ojos en tu confusión, después de escuchar el oprobio de esterilidad que injutamente te ha hecho Isacar. Debes saber, que Dios es verdaderamente vengador del delito, más no de la naturaleza. Y por eso cuando tiene a bien cerrar la matriz, lo hace para poder abrirla de nuevo de manera más admirable y para dejar bien claro, que la descendencia no debe ser fruto de la pasión, sino de la dispensa divina".
Respondió Joaquín: "Veinte años de vida conyugal llevo ya con Hannah, mi mujer, y por voluntad del Señor que ella no me ha dado hijos. Me he visto obligado a abandonar el templo de Dios ultrajado y confuso. ¿Para qué voy a volver a su lado? Mejor me quedaré aquí con mis ganados mientras así lo quiera el Señor. Y seguiré dando de buena gana la parte que le corresponde a los pobres, a las viudas, a los huérfanos y a los servidores de Dios".
Replicó entonces el ángel: Acaso, Sara, la que fuera madre primera de vuestro linaje, ¿no fue estéril hasta los ochenta años y dio a luz después en extrema ancianidad a Isaac, que se hizo merecedor a la bendición de las generaciones? También Raquel, a pesar de contar con la gracia del Señor y ser tan querida del santo Job, fue estéril por largo tiempo, sin que esto fuera impedimento para que después engendrara a José, que fue, además de señor de Egipto, libertador de muchos pueblos que iban a desaparecer por causa del hambre.
Y ¿quién hubo entre los jueces, más fuerte que Sansón o más santo que Samuel? Sin embargo ellos tuvieron madres estériles. Si acaso mis palabras no acaban de convencerte, ten por cierto, que las concepciones largamente esperadas y los partos provenientes de la esterilidad, suelen ser los más venturosos.
Debes saber, que Hannah, tu mujer, te dará una hija a la que tú pondrás por nombre Mariam, y a la que desde muy niña consagrarás a Dios. Ya desde el momento de su concepción, Mariam se verá llena del Espíritu Santo. No comerá ni beberá cosa alguna impura, ni crecerá entre la plebe, ya que la entregarás al templo del Señor, para que nadie llegue a murmurar sobre ella. Y cuando haya crecido, al igual que ella nació de mujer estéril, siendo virgen, engendrará a su vez de manera portentosa al Hijo del Señor, al que pondrá por nombre Jesús, que significa; el salvador de todos los pueblos. Esta será para ti la señal de que cuanto ahora de digo es cierto. Cuando llegues frente la puerta Dorada de Jerusalén te encontrarás a Hannah, tu mujer, que saldrá a tu encuentro. Ahora ella está preocupada porque tardas en regresar, pero se alegrará hondamente al verte de nuevo. Pero antes de partir, toma el mejor cordero de tu rebaño y ofrécelo en holocausto a Dios, como señal de sumisión".
Tomó entonces Joaquín un cordero sin defecto y dijo al ángel: "Nunca me hubiera yo atrevido a ofrecer cordero en holocausto a Dios, si tu no me hubieras dado potestad para ello".
El ángel replicó: "Tampoco te hubiera invitado yo a ofrecerlo, de no contar con el beneplácito divino".
Así que terminó de hablar, el ángel se elevó lentamente a las alturas y desapareció envuelto en una nube.
Aconteció, que nueve meses después, tal y como el ángel había anunciado, del vientre de Hannah nació una niña a la que puso por nombre Mariam. Al cumplir los tres años, sus padres la destetaron y marcharon con ella al templo. Y después de ofrecer sacrificios a Dios, hicieron donación de su hija, para que viviera con las demás vírgenes que pasaban el día y la noche alabando a Dios. Al llegar Mariam frente a la fachada del templo, subió tan rápidamente los escalones, que no tuvo tiempo de volver su vista atrás para despedirse de sus padres. Joaquín y Hannah, y todos los que observaban la escena, incluidos los pontífices, quedaron estupefactos y llenos de admiración.
Una vez hubo subido los escalones, Mariam fue recibida en la puerta del templo por el sacerdote Jasid, que la bendijo diciendo: "El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al finan de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel".
Las normas de vida impuestas en el templo eran muy duras, pero Mariam las realizaba todas con entusiasmo y sin parecer cansarle. Desde la madrugada hasta la hora tercia, hacía oración; desde la hora tercia hasta la nona, se ocupaba de realizar sus labores; desde la hora nona en adelante, utilizaba el tiempo en la oración hasta que llegaba el ángel del Señor, de cuyas manos recibía diariamente los alimentos.
Diariamente llegaban hasta el templo de Dios, dos ángeles para tener trato con la pequeña virgen Mariam y proporcionarle alimento. Uno de los ángeles la instruía en en los principios de fe y de amor a Dios y el otro se ocupaba de su alimentación, proporcionándole alimentos sagrados, pues no convenía a los designios del Señor, que comiera y bebiera alimentos y bebidas impuras. Así mismo, Mariam gozaba todos los días de la visión divina, la cual la inmunizaba contra toda clase de males,
Al cumplir Mariam los catorce años, el sumo pontífice le anunció que junto con las demás vígenes que ya habían alcanzado la edad convenida, retornara a su casa y contrajera matrimonio para darle nueva sabia a Israel. Como era costumbre, todas se sometieron dócilmente a esta orden. Solo Mariam, la virgen del Señor, se negó, alegando que ella no era como las demás vírgenes, porque estaba consagrada al servicio de Dios y porque había hecho voto de virginidad, que no estaba dispuesta a quebrantar.
La respuesta de Mariam causó estupor en el sumo sacerdote. Por una parte, no podía admitir que se contraviniera la escritura, que dice; Haced votos al Señor y cumplidlos. Pero tampoco podía desairar al Señor, obligando a Mariam a que incumpliera su voto de virginidad uniéndose en matrimonio. Así pues, ordenó, que con ocasión de la cercana fiesta, se presentaran en el templo todos los hombres de Jerusalém para debatir con ellos, sobre la determinación que debía tomarse ante asunto tan complejo.
Llegados los hombres, como después de muchas horas de meditación, no se pusieron de sacuerdo en que decisión tomar, decidieron pedir consejo al Señor. Al momento, todos oyeron una voz proveniente del oráculo y del lugar del propiciatorio, que determinó; "En conformidad con el vaticinio de Isaías, brotará un tallo de la raíz de José y se elevará una flor en su tronco. Sobre ella reposará el Espíritu del Señor; Espíritu de sabiduría y de entendimiento, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de conciencia y de piedad. Y será inundada del Espíritu de temor a Dios. Tres días después de acontecido esto, le será entregada la niña para que se despose con ella.
De acuerdo con lo indicado por el Señor, ordenó el sumo sacerdote que todos los varones pertenecientes a la casa y familia de David aptos para el matrimonio, llevaran en su mano derecha sendas varas al altar. Y que el dueño de la vara que una vez depositada, hiciera germinar una flor y en cuyo ápice se posara el Espíritu del Señor en forma de paloma, sería el designado para ser el custodio y esposo de Mariam.
Entre los asistente se encontraba José, hombre de edad avanzada que pertenecía a la casa y familia de David. Mientras todos los hombres fueron depositando sus varas, José apartó la suya. Viendo el sumo sacerdote que no se cumplía lo anunciado por el oráculo, pensó que debía consultar nuevamente al Señor. Este respondió que aquel que estaba predestinado a desposarse con la joven virgen, no había depositado su vara en el altar.
Depositó entonces José su vara junto a las demás y al instante se formó una pequeña nube arriba del altar y descendió de ella una paloma blanca que se posó sobre su vara.
Al día siguiente, se presentaron como de costumbre en el templo dos ángeles del Señor para atender las necesidades de Mariam, pero en esta ocasión, no eran los habituales de siempre. Este hecho extrañó a los sacerdotes, pero entendiendo que el cambio obedecía a los designios del Señor, no se atrevieron a hacer preguntas. Cuando los dos enviados de Dios quedaron a solas con Mariam, hicieron caer a esta en un profundo sueño. A continuación, durante unos minutos, procedieron a depositar en el vientre de la joven virgen el contenido de la semilla de Dios, que llevaban en un pequeño recipiente. Realizado este prodigio, hicieron que despertara Mariam y le procuraron alimento.
Cumplidos los tres días que marcaba el oráculo, la joven Mariam fue entregada por el pontífice Abiatar, al cuidado de José, para que este se desposara con ella.
Celebrados los esponsales, José se encaminó a la ciudad de Belén, para llevar a cabo los preparativos de la boda. Mientras tanto, Mariam regresó a su casa en Galilea acompañada de siete doncellas que le habían sido dadas por el sumo sacerdote, quedando bajo la custodia de sus padres, donde la siguieron visitando a diario, dos ángeles del Señor.
Ocurrió, que al segundo mes de embarazo, estando ya desposada Mariam con José, llegaron a la casa de este, dos ángeles distintos a los anteriores, para darle sustento y cuidar de su preñez. Pero, cuando la examinaron, para cerciorarse del buen estado del feto, descubrieron con asombro, que lo que estaba gestado Mariam era una niña.
El pánico se apoderó de los dos ángeles. ¿Cómo decirle a Yahvé que no podía ser suyo el fluido seminal que estaba germinando en el vientre de la joven virgen madre?
Cuando llegó a oídos del Señor que su proyecto había sido manipulado, su cólera se hizo sentir en toda la tierra. Condenó al anatema a Adiel y a Zorahat, los dos ángeles encargados de llevar a cabo el plan divino, y ordenó que fueran muertos de inmediato.
Yahvé: "Adiel y Zorahat han traicionado mi confianza; que no vivan. En cuanto a Mariam, que sea abortada de su vientre la ignominia que ahora lo ocupa y que permanezca impura durante noventa días, como en el tiempo de su menstruación. Al día siguiente, me ofrecerá en holocausto tres corderos primales y tres pichones o tres tórtolas, en sacrificio por el pecado. El sacerdote los ofrecerá ante mi y hará por ella la expiación. Y Marian volverá ser pura ante mis ojos, pues su virginidad no ha sido mancillada, y mi gracia la cubrirá de nuevo, para que engendre en su vientre al que reinará en la tierra y en el cielo y será salvación para todos los pueblos".
CHE-CHU
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Denis Leyton -